¿Cómo se llama el miedo a las alturas? Acrofobia es el término oficial para el miedo a las alturas. La fobia toma su nombre de la palabra griega «acron», que significa «pico» o «cumbre». La acrofobia es una fobia natural al entorno, y quienes la padecen suelen evitar situaciones en las que puedan verse obligados a encontrarse con lugares altos o con cosas asociadas a ellos. Esto puede causar una gran angustia y trastornos en la vida de la persona, como la incapacidad de subir una escalera mecánica o subir las escaleras necesarias para llegar a su lugar de trabajo.
¿El miedo a las alturas surge de forma natural?
La cuestión de la «naturaleza frente a la crianza» es una piedra angular del pensamiento psicológico, filosófico y sociológico, que incluye la cuestión de si las fobias son innatas o están causadas por acontecimientos traumáticos en nuestras vidas.
Los psicólogos evolucionistas sostienen que afecciones como la acrofobia pueden haber surgido como un mecanismo de supervivencia, que nos advierte de las zonas en las que el miedo a las caídas sería inminente. Aquellos con este instinto de supervivencia habrían tenido más probabilidades de reproducirse.
Es importante señalar que los seres humanos no son la única especie que padece miedo o reticencia a las alturas. En 1960, Eleanor J. Gibson y Richard Walk llevaron a cabo una serie de experimentos que denominaron «El acantilado visual», en los que los bebés humanos, junto con los de otras especies, se negaban a cruzar un panel de cristal que parecía tener una caída pronunciada. La presencia alentadora de las madres de los sujetos no pudo convencer a los bebés de que la zona era segura. Experimentos como éste apuntan a que el miedo a las alturas es un instinto de supervivencia innato compartido por diferentes especies.
Los psicólogos conductistas, por su parte, tienden a atribuir las fobias a nuestros comportamientos, acciones y respuestas a los estímulos. Según este modelo, la acrofobia puede derivarse de experiencias negativas con las alturas, como caerse de un árbol o bajar las escaleras y lesionarse. Con el tiempo, este trauma conduce a un miedo más amplio a las alturas. A veces, estos incidentes están tan profundamente enterrados en nuestro pasado que puede que ni siquiera los reconozcamos conscientemente como la causa fundamental de nuestras fobias.
Los conductistas también sugieren que estos miedos pueden aprenderse de forma vicaria a través de otros. Por ejemplo, si vemos una película en la que los personajes se caen desde alturas increíbles, o escuchamos historias intensas de personas que se caen en la vida real, podemos llegar a desarrollar un miedo a las caídas, a las alturas o a ambas cosas.
Tanto el modelo evolutivo como el conductista contribuyen significativamente a la conversación, y la respuesta a lo que causa la acrofobia es probablemente una combinación de ambos.
Causas de la acrofobia (miedo a las alturas)
La presencia de las alturas es obviamente el desencadenante más común de la acrofobia. Cuando se desencadena el miedo a las alturas, se activa el sistema nervioso simpático de los pacientes y la respuesta de lucha o huida. Esta respuesta suele desencadenarse por una amenaza inminente, como el ataque de alguien. El hecho de que la acrofobia la desencadene, por tanto, señala la gravedad de la reacción de la mente del paciente cuando se enfrenta a las alturas. En casos graves, esta respuesta puede desencadenarse incluso por el simple hecho de pensar en las alturas.
Síntomas de la acrofobia
Hay muchas formas potenciales de acrofobia, y puede manifestarse de diversas maneras. Algunos de los síntomas de acrofobia más comunes son:
- Ponerse a cuatro patas, arrodillarse, arrastrarse, o permanecer de otro modo prono y arraigado al suelo mientras se está en un terreno elevado
- Quedarse paralizado por el miedo y no querer moverse
- Ataques de pánico
- Llorar o gritar
- Dolores de cabeza repentinos, mareos, vahídos y náuseas
- Sentirse desorientado o temer perder el equilibrio
- Sudoración, palpitaciones, dolor u opresión en el pecho y taquicardia
Muchas de estas condiciones pueden agravarse aún más cuando se mira la zona de abajo desde un lugar alto. En algunos casos, el simple hecho de ver o pensar en las alturas o tener que ir a lugares altos puede ser suficiente para desencadenar los síntomas o un ataque de pánico en toda regla.
Vértigo, acrofobia y conceptos erróneos
El miedo a las alturas es una fobia común en la pantalla para los personajes, especialmente en comparación con otras fobias, en parte porque tiene una taquigrafía visual ya hecha. El clásico thriller de Hitchcock, Vértigo, es el ejemplo más conocido. En la película, la cámara se acerca y se aleja rápidamente para simular la desorientación y el mareo del protagonista, que sufre tanto acrofobia como vértigo.
Sin embargo, aunque Vértigo es un icono y el estilo visual de Hitchcock está grabado en nuestra conciencia colectiva, no es exactamente fiel a la realidad. El famoso truco de cámara del zoom in-zoom out de la película confunde visualmente el vértigo y la acrofobia, ya que la técnica se utiliza para significar el miedo a las alturas en otros medios. Sin embargo, aunque el vértigo y el mareo pueden ser un síntoma de acrofobia, no es una condición necesaria para ello, ni son lo mismo. La acrofobia puede adoptar muchas formas y manifestarse de muchas maneras, mientras que el vértigo se refiere específicamente a los mareos.
Afecciones relacionadas con la acrofobia
El vértigo no es la única afección que puede estar relacionada con la acrofobia. Otras fobias distintas pero ocasionalmente vinculadas o desencadenadas por la acrofobia son
Iligofobia
Mientras que el vértigo puede producir mareos, esta condición se refiere al miedo a desarrollar vértigo, por lo que, inadvertidamente, se dan síntomas similares. Si la condición persiste, los médicos pueden solicitar análisis de sangre, tomografías computarizadas, resonancias magnéticas y otras pruebas para descartar la posibilidad de condiciones neurológicas subyacentes.
Batofobia
Se trata de un miedo específico a las pendientes y a las escaleras que, en el caso de las altas, puede estar relacionado con la acrofobia. Aunque muchos enfermos de batimofobia también sufren de acrofobia, la mayoría de las personas con acrofobia no sufren de batimofobia.
Climacofobia
Una condición aún más específica, y a menudo vinculada a la batimofobia, se refiere al miedo específico a subir escaleras o pendientes.
Aerofobia
Como indica el término «aero», se refiere específicamente al miedo a volar. Aunque puede darse junto con la acrofobia, la aerofobia es una afección propia y diferenciada con su propio conjunto de desencadenantes fóbicos, que van desde estar en el aire hasta la mera visión de un aeropuerto o un avión.
Es importante distinguir entre la mera incomodidad con las alturas y la acrofobia activa. Según algunas estimaciones, hasta una de cada tres personas puede tener cierta incomodidad ante las alturas. Sin embargo, la acrofobia se refiere específicamente a aquellas personas que tienen un miedo extremo e irracional a las alturas y que además es persistente. Hasta un 5 por ciento de las personas puede sufrir alguna forma de acrofobia.
Tratamientos para superar el miedo a las alturas
En cuanto a cómo superar el miedo a las alturas, hay muchos tratamientos potenciales que pueden ser eficaces para ayudarle a vencer su fobia, entre ellos
Terapia cognitivo-conductual (TCC)
Esta forma de terapia expone al paciente a la situación fóbica de forma controlada. En el caso de la acrofobia, esto puede incluir la exposición incremental a zonas cada vez más altas con un apoyo significativo del personal. Cada paciente es diferente, y la TCC suele emplearse al ritmo del paciente.
Realidad virtual
Con la tecnología de RV cada vez más refinada, se está utilizando como un tratamiento más libre de riesgos para los pacientes con acrofobia, permitiéndoles «experimentar» las alturas sin tener que ir realmente a lugares altos.
Medicación
Los betabloqueantes y los sedantes se utilizan a veces para aliviar la ansiedad que conlleva un ataque de pánico provocado por condiciones como la acrofobia. Otro fármaco, la D-cicloserina, se ha utilizado en ensayos clínicos durante años con algunas indicaciones positivas, aunque se necesita más investigación.
Medidas personales
Las medidas que los pacientes pueden tomar por sí mismos incluyen técnicas de relajación, estudiar la enfermedad y unirse a grupos de apoyo.