Para la mayoría de las personas, el final de un largo día va acompañado de la idea de una noche tranquila acurrucada en la cama. Para otros, la perspectiva de meterse en la cama para dormirse es aterradora.
La somnifobia se caracteriza por una intensa aversión o miedo al sueño. Las personas que padecen esta enfermedad intentan evitarla a toda costa. Veamos cuáles son las razones y cómo puedes intervenir.
¿Qué es la somnifobia?
La somnofobia es un miedo irracional al igual que la aracnofobia o la claustrofobia. También se conoce como hipnofobia, clinofobia, ansiedad del sueño o fobia al sueño.
La somnifobia difiere de los trastornos del sueño como el insomnio o la apnea del sueño, aunque todas estas condiciones pueden estar relacionadas.

Las personas que la padecen hacen todo lo posible para evitar ir a la cama. Cuando se quedan dormidos, su sueño es perturbado e irregular. El sueño es muy importante para nuestra salud psicofísica y su falta provoca una serie de síntomas y efectos secundarios importantes.
Síntomas de la somnifobia
Los síntomas más comunes de la somnifobia son la ansiedad intensa antes de acostarse, los ataques de pánico y la dificultad para concentrarse al intentar evitar el sueño. Las manifestaciones físicas de la fobia incluyen náuseas, calambres, dificultad para respirar y aumento del ritmo cardíaco.
Estos síntomas inducen niveles intensos de estrés psicológico y físico, dificultando aún más la conciliación del sueño y alimentando un círculo vicioso negativo.
Riesgos asociados a la falta de sueño
Los efectos secundarios más comunes de la somnifobia son la fatiga crónica y la somnolencia diurna.
Una o más noches sin dormir adecuadamente pueden provocar errores de juicio y cambios de comportamiento. Varios estudios demuestran que perder entre dos y tres horas de sueño cuadruplica el riesgo de sufrir un accidente de tráfico.
Además, la conducción con somnolencia es responsable de más de 100.000 accidentes cada año. La somnolencia también provoca un mayor índice de accidentes laborales y una disminución de la productividad individual, con todas las consecuencias que ello conlleva.
La falta de sueño que provoca esta fobia altera el ritmo circadiano de quien la padece: el reloj interno que nos indica cuándo es el momento de levantarnos y de dormirnos. Dado que nuestro reloj interno está influenciado por la presencia de la luz solar, funciona mejor cuando la «rutina de acostarse» está en consonancia con la alternancia de la noche y el día (por eso muchos trabajadores por turnos tienen dificultades para dormir bien).
Se ha demostrado que los hábitos de sueño inadecuados afectan al rendimiento individual debido a la diferencia entre las horas que se pasan en estado de vigilia y las que sugiere el ritmo circadiano.
La falta de sueño, en general, puede provocar síntomas como cambios de humor, pérdida de memoria o disminución del control motor.
Causas de la somnifobia
Las personas que sufren parálisis del sueño de forma habitual pueden desarrollar una fobia al sueño. La parálisis del sueño se caracteriza por despertares en los que las personas experimentan una completa falta de control sobre su cuerpo. Puede ocurrir en cualquier momento de la noche y es un fenómeno que se vive, con razón, como aterrador.
El sonambulismo es una condición igualmente común entre los que sufren de somnifobia. Se sabe que los sonámbulos se lesionan lo suficientemente grave como para requerir hospitalización durante sus paseos nocturnos, sin recordar el suceso. El riesgo de sufrir una lesión grave durante un episodio de sonambulismo, especialmente en el caso de las personas que viven solas, puede hacer que se desarrolle un miedo a quedarse dormido.
A veces basta con haber visto demasiadas películas de terror, normalmente ambientadas en la noche, para desarrollar esta fobia.
Las personas que sufren de TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático) pueden desarrollar somnofobia. Los síntomas típicos del TEPT se presentan con bastante frecuencia durante la noche y pueden ser difíciles de manejar en ese momento. La ansiedad debida a la falta de control durante el sueño puede hacer que los enfermos de TEPT teman la hora de acostarse.
Como se ha mencionado anteriormente, tener otros trastornos del sueño puede provocar una aversión al sueño en sí.
Si nuestro cerebro asocia una serie de experiencias negativas con el sueño o la hora de acostarse, puede desarrollarse una fobia.
¿Cuántas personas padecen somnofobia?
Por el momento, no se dispone de datos precisos sobre el número de personas que padecen esta fobia en particular. Es sin duda una de las fobias menos comunes. Muy pocos reciben un diagnóstico oficial. En general, la somnifobia afecta más a los niños que a los adultos.
A veces nuestros hijos se meten en la cama y no pueden dormir o se vuelven especialmente pegajosos antes de irse a dormir. Cuando estos comportamientos se producen con mucha frecuencia es posible que sean signos de una fobia al sueño. Como puedes imaginar, los niños crecen y dejan atrás este y otros miedos. Por lo tanto, estos signos no deberían ser motivo de gran preocupación a menos que los síntomas persistan.
¿Cómo superar la somnofobia?
He aquí algunas sugerencias que pueden aliviar los temores a la hora de dormir. Es importante entender que estas sugerencias pueden no ser suficientes y que puede ser útil buscar el consejo de un psicólogo.
- Establezca una rutina que prepare su cuerpo y su mente para la hora de acostarse. Dúchate, lávate la cara o lee algunos capítulos de un libro cada noche antes de acostarte. Independientemente de lo que decidas hacer, mantener una rutina constante y practicar una buena higiene del sueño le indicará a tu cuerpo que se acerca la hora de dormir. El cuerpo se prepara para la hora de acostarse, lo que ayuda a reducir el estrés.
- Acuéstate a la misma hora todas las noches y levántate a la misma hora todos los días. Esto ayuda al ritmo circadiano, facilitando la conciliación del sueño. De este modo, su cuerpo se regulará pronto y empezará a sentir sueño a la hora de acostarse.
- Aprender a dormirse. Las personas que padecen somnifobia pueden no ser capaces de conciliar el sueño. Una de las razones es la excesiva rumiación. Como no es posible concentrarse en nada más por la noche, resulta fácil pensar en los errores del pasado o en los planes futuros. Las estrategias para aprender a conciliar el sueño rápidamente ayudan a gestionar las rumias desactivándolas.
- Evita las fuentes de luz azul antes de ir a dormir. Los estudios demuestran que las pantallas con luz azul pueden tener un impacto negativo en nuestra capacidad para conciliar el sueño, ya que dificultan la producción de la hormona del sueño, la melatonina. Para aprovechar al máximo el sueño y evitar la interrupción de la producción de melatonina, es importante intentar evitar las pantallas en las horas previas a la hora de acostarse.
- La psicoterapia es una opción a considerar en los casos graves de somnifobia. Los terapeutas pueden ayudar a entender e identificar las causas de la fobia y sugerir el curso de acción individualizado más adecuado. La terapia de exposición le permite enfrentarse a sus miedos gradualmente y en condiciones controladas. Acostumbrarse al estímulo que provoca la fobia es el método más útil para reducirla. La terapia cognitivo-conductual ayuda a reconocer los pensamientos y creencias disfuncionales sobre el sueño y a sustituirlos por alternativas más funcionales y útiles. También enseña estrategias y técnicas útiles para gestionar las emociones y adquirir nuevos hábitos de comportamiento eficaces.